
El Yunque se me acercó aquel día con aire misterioso:
-Oye, tú, que al Ricardo lo he pillao.
El Yunque era un tío sencillo y de pocos matices, si decía que al Ricardo lo había pillao era que lo había pillao. Lo malo era que al Yunque le costaba rematar las frases, así que no supe si lo había pillado con una vagoneta o con una puerta. Era buen hombre el Yunque, bajito, cetrino, desgastado por muchos años de galería en la mina de carbón.
-Yunque, y a ti ¿por qué te dicen Yunque? -preguntábamos sólo por oírle la respuesta o cuando había uno nuevo en el frente.
-Y "yunque" sé -respondía con la mirada huidiza del que sospecha que se cachondean de él pero no sabe bien por qué.
La risotada era general, y sana eso sí, que entre los compañeros del relevo no había malos rollos, pero era una risotada que hacía temblar las paredes de modo que las monteras no aguantaban el mineral, que se ponía a caer en pequeños regajos negros.
-¿De dónde eres, Yunque? - y él:
-De Esparragosa del Caudillo, pero antes se llamaba De la República, ¿eh? -aclaraba, como si hubiera algo que aclarar.
-¿Y por qué se llama así tu pueblo, Yunque? -y entonces lo cogías con el pie cambiado.
-Y "Yunque" sé.
-¿En qué has pillao al Ricardo?
El Ricardo era el líder allá abajo, el que sabía removernos cuando hacía falta. No un sindicalista de mierda, que él no lo era, sino un señorito que había elegido el tajo en vez de la vida muelle de su familia, tipos raros que hay de vez en cuando. Pero un tipo respetable.
-¿En qué, Yunque? -repetí.
-Lo he pillao con el Cuadrao.
Aquello no me gustó cómo olía. El Cuadrao era un jefe de oficina, un chupatintas despreciable, chivato y esquirol.
-Explícate.
-Lo he pillao mariconeando –dijo.
-Venga ya, Yunque, déjate de tonterías que estoy liado. ¡Ah!, y a la cuadrilla ni mú, ya sabes.
No quise continuar, si aquello era verdad y se sabía se acabó la lucha y la esperanza que representaba el Ricardo. El Yunque se fue afirmando con la cabeza. El Yunque callaría.
El Ricardo tuvo un accidente con el tren de la galería al día siguiente y murió. Yo estaba con él pero la policía no me molestó en exceso, yo era su mejor amigo.
© "Solución final", Alberto Díaz-Villaseñor Cabrera, noviembre 2005.
1 comentario:
Las minas son un buen lugar para encontrar mineros,me cojo el pico, que lo dejé marcado y me bajo de nuevo al pozo.
¡Que Santa Barbara nos proteja!.
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