Y vino María Rosa Fernández y nos regaló la luna

Bueno, pues María Rosa se hizo y habitó entre nosotros. Cuentan las crónicas que sólo se deshizo cuando la madrugada empezó a llamarse alba ("las del alba serían", dice Cervantes que eran cuando Don Quijote partió en pos de aventuras. Hora literaria y libertaria, a fe mía). Y es que en realidad María Rosa venía a eso a "darnos la luna", y nos la regaló entera.


Dulcenombre, María Rosa y este pobrecito hablador en el momento de usurpar los sillones de preferencia en el Salón de Plenos del Ayuntamiento.

De izquierda a derecha: Picalcán (siempre a la izquierda), la inmarcesible chica mala Aurora, de nuevo María Rosa y este bloggero (a la derecha, claro), en el ágape final.

Todos menos yo desconocen que justo enfrente está la puerta de los calabozos municipales. Para evitar el chiste fácil diré que entré y salí por mi voluntad y sin esposar cuando los visité. Ahora bien, ahora que somos todos chicos y chicas malos y malas igual un día nos hacen dormir sobre sus húmedas colchonetas (si nos ponen juntos mejor).

P.D.: Es necesario terminar con una postdata, que no es sino necesidad de hacer justicia y de agradecer lo que hay que agradecer. Gracias a Izquierda Unida por un acto que era y es tremendamente necesario en momentos de tribulación para las mujeres. Gracias una vez más al concejal de Cultura José Catalá, que siempre está donde tiene que estar y con todo a punto. Y quiero reflejar también mi agrado por haber visto, entre otros muchos que me parecería exhaustivo citar, a Rafael Muñoz, a Ana Hernando, a Pedro Cabrera, a José Medina (no me olvido de las películas subtituladas, está prometido), a Lino Fernández, a Pepe Aranda, a Salvador Calderón, a Francisco Javier de los Ríos, a Carlos Lao (que jamás falla y su presencia siempre agrada como el eslogan de aquel viejo coñac), a nuestro queridísimo "Diógenes", y un enorme etcétera. Nos vemos en otra cuando tenga que ser. Que será.