En adelante seleccionaré los relatos del libro que más me hayan gustado, son demasiados para ponerlos aquí todos y me los tengo que picar letra por letra. El de hoy es:
Título: ENFERMEDADES DE LA PIEL
Autor: Fernando Molero Campos
El dermatólogo se lo notificó con la crudeza que en él era habitual:
-Con el tiempo usted se convertirá en un monstruo.
Una inmensa reproducción de una obra de Archimboldo presidía la consulta. A continuación le extendió el bálsamo de unas recetas que difícilmente podían ya aliviar su desázón.
-Tómese estas píldoras, úntese estas cremas, compre una lámpara de rayos ultravioletas o póngase al sol un rato cada día, vaya al mar si le es posible y venga dentro de tres meses. Si hay suerte mejorará, pero la lucha es difícil.
Y no erró en su diagnóstico. Primero fue la blanca desolación del vitíligo, a la que siguió la invasión de lunares, pequeñas verrugas, granos y líquenes, para rematar la orografía de su piel con las rocosas escamas de la pertinaz psoriasis.
Bajo aquellas capas de piel ulcerosa, el ser que una vez fue Ángel se escondió en algún recóndito rincón de sí mismo. Todos los espejos de la casa se quebraron a su paso, propiciando una lluvia de cristales que le abrían la carne para que emergiera la sangre en forma de arroyuelos de lava roja.
Abandonó el mundo y se recluyó en su casa, a la manera forzada de un Gregor Samsa cualquiera, con la imagen propia del apestado. Sólo se atrevía a salir de madrugada, con guantes, sudadera con capucha, gafas oscuras y chaquetón, al amparo de las sombras, cuando en la ciudad se atenuaba el fragor del día y sus semejantes (que habían dejado de serlo) dormían alegrías y miserias acunados por Morfeo en protectores tálamos.
Ni Julia ni María ni Pilar tuvieron la culpa de nada; sólo mala suerte. Las calles estrechas de la Judería, el barrio de San Pedro o Santa Marina no eran las más indicadas para pasear después de la medianoche.
Cuando en el juicio le preguntaron a Ángel por qué, él, desasosegado por la exposición pública de su enfermiza fealdad, sólo alcanzó a emitir, por su boca llena de llagas y pústulas, un sonido fricativo que el juez entendió con dificultad y repordujo para que la taquígrafa pudiera tomar nota:
-Porque eran bellas y yo soy un monstruo. Pregúntenle al dermatólogo.
Del libro "Córdoba cuenta".
Asociación cultural "Mucho cuento", Fundación Bodegas Campos, Sociedad de Plateros. Córdoba, mayo 2008.
Fernando Molero Campos (Fernán Núñez, Córdoba). Maestro. Licenciado en Humanidades. Ha publicado el libro de relatos "En la playa", y una novela corta, "Quién se esconde detrás de Nosferatu". Como narrador, ha conseguido los premios Elena Soriano, el del Museo Arqueológico de Córdoba y el Clarín de cuentos, y accésit del Concurso de Cuentos de Villajoyosa, 2007.
18 junio 2008
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1 comentario:
Las hinchadas no ganan los partidos.
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