20 mayo 2008

Los coches de mi vida: Seat 1400


Soy un gran amante de los coches. Si me lo pudiera permitir sería uno de esos que tienen varios modelos en la cochera (para empezar, si me lo pudiera permitir tendría hasta cochera).

El primer modelo en que recuerdo haberme subido es un Seat 1400 negro. Era un taxi del pueblo, pertenecía a José, el taxista. Tenía las bandas laterales de las ruedas muy anchas y de color blanco, y los platos se ve que habían sido rojos porque aún le quedaban algunas trazas de ese color. Mis hermanos y yo fantaseábamos, con el típico morbo infantil, con que ese color se debía a que una vez el taxista había atropellado a un niño y desde entonces los tapacubos estaban manchados de sangre.

Todos los domingos por la mañana mis padres, mis cuatro hermanos y yo nos íbamos caminando al barrio de la estación, donde vivían mi abuelo y mis tías en el único chalecito que hay allí, a la entrada de dicho barrio. La casa nos parecía entonces enorme, sus pasillos interminables, el jardín fantástico y los patios traseros inacabables. Siempre recordaré cuando jugábamos en aquel sitio a los vaqueros después de ver la serie "El Virginiano". Otros programas que recuerdo haber visto en la tele de mi abuelo, una Marconi en blanco y negro, de las pocas que debía de haber entonces, era "Escala en Hi-Fi" (un programa musical que me encantaba) y "Reina por un día". Era la segunda mitad de la década de los sesenta, que todavía no lo he dicho.

Tengo desde entonces un cariño especial por el barrio de la estación. Recuerdo la vaquería-lechería donde iba con mi tía a comprar la leche, la fonda enfrente de la estación, las vías y los trenes que me enseñaba y explicaba mi abuelo con sus vagones de madera de carga (los trenes, no mi abuelo, jajaja), iguales a aquellos de las películas donde los nazis llevaban a la gente a los campos de exterminio. Y las calles y aquella iglesia blanca y tan aislada donde oíamos misa.

Cuando la jornada terminaba, con las primeras sombras del atardecer invernal, mi padre llamaba muchas veces, no siempre, a José el taxista para que pasara a recogernos. A mí me gustaba sentarme en un pequeño sillín que se sacaba del respaldo del copiloto, también le gustaba sentarse allí a mis hermanos, por lo que la disputa estaba asegurada. El coche me parecía enorme y tenía un olor especial que todavía soy capaz de recordar.

Al pasar por las curvas de la estación, me encantaba ver cómo se iluminaban las señales de tráfico con los faros del coche, lo que me hace pensar que ese tipo de señales reflectantes ya existían en tan lejana fecha.

La última vez que vi un Seat 1400 fue a finales de los noventa. Estaba siempre aparacdo en el barrio de la Guita y a mí me encantaba observarlo desde una ventana del instituto. Incluso llegué a fotografiarlo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita historia Alberto.
Si te gustan los coches y ya que hablas de un Seat que te trae tantos recuerdos, visita esta página:
http://seatseiscientos.en.eresmas.com/
En alguna ocasión la he recomendado en mi blog. Es de Ramón Azañón, un auténtico apasionado del seillas.
Saludos

Anónimo dijo...

Gracias por el enlace, está muy bien. En esta serie que he iniciado de los coches de mi vida pronto le tocará el turno al seillas.
Saludos.

Anónimo dijo...

Creo haber visto un Seat 1400 en proceso de rehabilitaci�n en el Taller Alejandro.

Picalcan dijo...

Mira que eres viejo, tio.

Anónimo dijo...

Y precisamente por eso, sabio.

Bermauntier dijo...

Rever, que estás ya en la puretad jajajjaja. Sabio, dice, madre mía.

Anónimo dijo...

Hace no muchos años recuerdo haber visto uno igual de color claro por el pueblo, y creo que era de "Los Blázquez" y se había utilizado como taxi. Cre que lo utilizaba un chaval para ir al instituto. No sé si seguirá funcionando.