05 diciembre 2006

El mejor retrato de España. Otra vez gracias a la mano del mejor retratista: Arturo Pérez-Reverte

Cada día que pasa veo que hice muy requetebién en elegir el sobrenombre de Revertiano para este blog.

¿Qué queréis que os diga? Suscribo palabra por palabra de las que salen por la boca, o por la pluma, de Arturo Pérez-Reverte. Menos mal que hay alguien así en este país que aún se atreve a cantarle las cuarenta al lucero del alba. Otros lo intentamos, o lo hacemos, pero como no somos (o "semos") nadie, a cada paso nos sale una legión de gilipollas queriendo enmendarnos la plana. Gilipollas e incultos, que ya se sabe que siempre se dijo que la ignorancia es atrevida, y los zopencos que no saben hacer la "o" con un canuto, y que ni tienen ni tendrán jamás título de primeras letras (o segundas mal aprendidas), son los más osados en este contorno de la piel de toro.

No están aún lejos las lides en las que alguno se las ha tenido que ver con batallones de imbéciles, pero eso ya es otra historia. En fin, a lo que iba.

Que me toca suscribir, una vez más, el último artículo del maestro Pérez-Reverte, lo cual que lo pongo a continuación para general conocimiento. Suscribo cada párrafo, cada línea, cada coma, cada punto y seguido, y cada todo.

Que lo disfruten los inteligentes, los descreídos, los desesperanzados. Que babeen los que se den por aludidos.

(Dedicado a mi esporádica visitante Api, para que vea desde su Chile natal y desde sus pocos años cómo es este país de miserables y pobres diablos, con tan poca, o ninguna, grandeza ya).

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"PATENTE DE CORSO
Nuestros nuevos amos

ARTURO PÉREZ-REVERTE XLSemanal 3 de diciembre de 2006

A los españoles nos destrozaron la vida reyes, aristócratas, curas y generales. Bajo su dominio discurrimos dando bandazos, de miseria en miseria y de navajazo en navajazo, a causa de la incultura y la brutalidad que impusieron unos y otros. Para ellos sólo fuimos carne de cañón, rebaño listo para el matadero o el paredón según las necesidades de cada momento. Situación a la que en absoluto fuimos ajenos, pues aquí nunca hubo inocentes. Nuestros reyes, nuestros curas y nuestros generales eran de la misma madre que nos parió. Españoles, a fin de cuentas, con corona, sotana o espada. Y todos, incluso los peores, murieron en la cama. Cada pueblo merece la historia y los gobernantes que tiene.

Ciertas cosas no han cambiado. Pasó el tiempo en que los reyes nos esquilmaban, los curas regían la vida familiar y social, y los generales nos hacían marcar el paso. Ahora vivimos en democracia. Pero sigue siendo el nuestro un esperpento fiel a las tradiciones. Contaminada de nosotros mismos, la democracia española es incompleta y sectaria. Ignora el respeto por el adversario; y la incultura, la ruindad insolidaria, la demagogia y la estupidez envenenan cuanto de noble hay en la vieja palabra. Seguimos siendo tan fieles a lo que somos, que a falta de reyes que nos desgobiernen, de curas que nos quemen o rijan nuestra vida, de generales que prohíban libros y nos fusilen al amanecer, hemos sabido dotarnos de una nueva casta que, acomodándola al tiempo en que vivimos, mantiene viva la vieja costumbre de chuparnos la sangre. Nos muerden los mismos perros infames, aunque con distintos nombres y collares. Si antes eran otros quienes fabricaban a su medida una España donde medrar y gobernar, hoy es la clase política la que ha ido organizándose el cortijo, transformándolo a su imagen y semejanza, según sus necesidades, sus ambiciones, sus bellacos pasteleos. Ésa es la nueva aristocracia española, encantada, además, de haberse conocido. No hay más que verlos con sus corbatas fosforito y su sonriente desvergüenza a mano derecha, con su inane gravedad de tontos solemnes a mano izquierda, con su ruin y bajuno descaro los nacionalistas, con su alelado vaivén mercenario los demás, siempre a ver cómo ponen la mano y lo que cae. Sin rubor y sin tasa.

En España, la de político debe de ser una de las escasas profesiones para la que no hace falta tener el bachillerato. Se pone de manifiesto en el continuo rizar el rizo, legislatura tras legislatura, de la mala educación, la ausencia de maneras y el desconocimiento de los principios elementales de la gramática, la sintaxis, los ciudadanos y ciudadanas, el lenguaje sexista o no sexista, la memoria histórica, la economía, el derecho, la ciencia, la diplomacia. Y encima de cantamañas, chulos. Osan pedir cuentas a la Justicia, a la Real Academia Española o a la de la Historia, a cualquier institución sabia, respetable y necesaria, por no plegarse a sus oportunismos, enjuagues y demagogias. Vivimos en pleno disparate. Cualquier paleto mierdecilla, cualquier leguleyo marrullero, son capaces de llevárselo todo por delante por un voto o una legislatura. Saben que nadie pide cuentas. Se atreven a todo porque todo lo ignoran, y porque le han cogido el tranquillo a la impunidad en este país miserable, cobarde, que nada exige a sus políticos pues nada se exige a sí mismo.

Nos han tomado perfectas las medidas, porque la incultura, la cobardía y la estupidez no están reñidas con la astucia. Hay imbéciles analfabetos con disposición natural a medrar y a sobrevivir, para quienes esta torpe y acomplejada España es el paraíso. Y así, tras la añada de políticos admirables que tanta esperanza nos dieron, ha tomado el relevo esta generación de trileros profesionales que no vivieron el franquismo, la clandestinidad ni la Transición, mediocres funcionarios de partido que tampoco han trabajado en su vida, ni tienen intención de hacerlo. Gente sin el menor vínculo con el mundo real que hay más allá de las siglas que los cobijan, autistas profesionales que sólo frecuentan a compadres y cómplices, nutriéndose de ellos y entre ellos. Salvo algunas escasas y dignísimas excepciones, la democracia española está infestada de una gentuza que en otros países o circunstancias jamás habría puesto sus sucias manos en el manejo de presupuestos o en la redacción de un estatuto. Pero ahí están ellos: oportunistas aupados por el negocio del pelotazo autonómico, poceros de la política. Los nuevos amos de España."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAAJ!!! Como diría el propio REVERTE, "es la polla".
Este texto debería ser de obligada lectura un mes antes de cada proceso electoral.

Picalcan dijo...

Dos puntualizaciones.
No puedo estar de acuerdo con eso de que cada pueblo merece los politicos que tiene. Mi pueblo no se merece ni una décima parte de los que esta soportando. No somos tan... No.
A Reverte se le ha olvidado mencionar la diferencia que existe entre cuando en España soportabamos monarcas, curas o generales con cuando tenemos que soportar políticos de "carrera". Los monarcas encerraban en la torre a los mismos que los curas quemaban o que los generales pasaban a cuchillo por escribir o por pensar lo que Reverte y tu yo y otros hoy somos capaces de decir de los políticos que nos ha tocado mantener.
Y salvo rara excepciones monarcas, curas y generales no eran ni son más listo que los políticos tontillos.

Revertiano dijo...

Diógenes, yo diría del 1.001.

Antonio J., si fuera de obligada lectura se les acababa el chollo, y desde luego ellos no nos iban a obligar a leerlo.

Pical, en esas otras épocas seríamos como la periodista rusa esa que el gobierno ha mandado al Walhalla o más allá, o el espía al que han "jartado" de polonio.

Éboli dijo...

A algunos y algunas que yo me sé aprobarían por pleno el instalar un cadalso público en la plaza del pueblo para quemar a los que "osan contradecir el régimen"...sean de la ideología que sean, que dictadores y dictadoras, por desgracia, los hay de todos los colores.